lunes, 14 de enero de 2013

La profecía autocumplida

¿Habéis pensado alguna vez en lo importante que es el tener un autoconcepto positivo en la educación? Me refiero a si nos planteamos con la suficiente fuerza que cuando hay dificultades de aprendizaje, no solo tenemos que tener en cuenta aspectos cognitivos, sino también afectivos y uno intermedio como es el autoconcepto. Sí, porque según muchos estudios en este ámbito, tiene relación con el rendimiento académico, quizás más de la que pensamos.
Pongamos que A. tiene dificultades en las matemáticas. No excesivas, pero las tiene. Supongamos que su maestro resalta estas dificultades en vez de valorar sus esfuerzos o de potenciar otras capacidades. No se trata de que sea un maestro malvado que lo hace adrede. Resaltar las dificultades es peligroso porque se puede hacer sin mala intención y sin que seamos conscientes de ello, un simple “no, así lo estás haciendo mal”, “no te  has esforzado nada, has suspendido otra vez”, o “vas a suspender como sigas así”, etc. puede crear un problema donde solo había dificultades. Y es que si un niño piensa que lo va a hacer mal, si su autoconcepto (en este caso académico) es bajo porque recibe siempre opiniones negativas sobre su trabajo, acabará por hacerlo aún peor.
Y tiene lógica, porque si te repiten continuamente lo mal que haces algo, si te hacen pensar que por mucho que te esfuerces nunca lo harás bien, ocurre una cosa, y es que acabas por pensar que hagas lo que hagas no vas a hacerlo bien. Piensas que no depende de ti, que depende de factores externos, que si apruebas es porque “he tenido suerte”, o porque “la profesora me ha aprobado”. Y esto hace que no quieras esforzarte y acabes por tener más experiencias negativas en matemáticas y así cumpliendo lo que todos pensaban de ti. La profecía autocumplida o el efecto Pigmalión que llaman.
Pero analicemos en primer lugar lo que los diversos autores entienden por autoconcepto. En un artículo de Núñez Pérez , González-Pumariega y González Pienda (1995), definen este como un constructo cognitivo formado por percepciones sobre nosotros mismos que dirige y controla la conducta a través de cada una de sus dimensiones. Es decir, que se trata del conjunto de ideas sobre nosotros mismos, ideas que vamos agrupando en distintas dimensiones (académica como el autoconcepto matemático o el verbal, no académica como el autoconcepto social o el físico). Algunos autores emplean el término autoestima como sinónimo de este y otros hablan de que la autoestima estaría formada solo por una dimensión evaluativa, es decir, por la actitud hacia nosotros mismos.
Todos coinciden en que el autoconcepto cambia y que además en él influyen mucho los demás.  Influyen las experiencias de éxito o fracaso que hayan tenido los niños y también las personas significativas para ellos, tanto en casa como en la escuela (maestros, otros alumnos). Y con esto es con lo que nos vamos a quedar, puesto que el hecho de que sea cambiante quiere decir que un niño con un autoconcepto académico negativo que a causa de este presenta un peor rendimiento académico no es un niño perdido. Y además nosotros, con nuestra influencia podremos hacer que eso cambie.
Y hablando del autoconcepto académico, este se refiere a cómo se ven los niños en las distintas áreas académicas. Y este autoconcepto, es decir, el cómo se vean, la idea que tengan de lo que son capaces de hacer, influye mucho en lo que luego hagan. Me explico, el estudio que encontramos en el artículo del que hablábamos antes, nos muestra cómo niños que tienen un autoconcepto académico bajo muestran un rendimiento académico bajo. Y esto ocurre porque, como hemos dicho antes, tienden a pensar que el éxito no depende de ellos, que no son capaces de hacerlo por sí mismos, no estarán motivados y como consecuencia no harán bien las tareas o exámenes porque no se esforzarán y tendrán más experiencias negativas que harán que su autoconcepto siga siendo bajo. Y volvemos a empezar.



Una de las cosas que resalta este estudio es que, para niños que no tenían dificultades de aprendizaje había correlaciones altas en la dimensión matemática del autoconcepto (en cómo se precibían en cuanto a las matemáticas) y el rendimiento en esta área, es decir que niños que se percibían como muy buenos en ella, tenían resultados buenos, y lo mismo ocurría con el área del lenguaje verbal. Pero en niños con dificultades, esta correlación no era igual, sino que el cómo se percibían en las matemáticas tenía alta correlación con su rendimiento en matemáticas pero también en su rendimiento verbal. Es decir, que un niño que creyera que era muy bueno en matemáticas, no solo tenía buenos resultados en estas sino también en otras áreas. Esto era porque las matemáticas para los niños tienen mucha importancia porque socialmente la tienen y ellos se dan cuenta de esto. Y creedme que esto lo he podido comprobar yo dando clases de apoyo de matemáticas, los niños tienden a valorar esta área por encima de las demás, así que un punto importante si queremos ayudarles a tener un mejor rendimiento en la escuela será potenciando su seguridad en ellas. Y tened en cuenta que lo contrario les perjudicará, y mucho.
Y todo esto ¿para qué lo necesitamos saber? Pues bien, si hemos dicho que el autoconcepto es tan importante para el rendimiento académico (porque según cómo se perciban así lo harán), y también hemos dicho que niños que tengan un autoconcepto muy bajo tienen peor rendimiento académico, entonces ¿qué podemos hacer? La clave está en que el autoconcepto se puede cambiar y que la influencia de personas significativas es muy importante en ello. En en libro Educar el autoconcepto en el aula de Ontoria Peña et al. nos dan muy buenos consejos para que haya un cambio en la educación en el sentido de que el profesor tenga expectativas positivas respecto a sus alumnos y no solo que las tenga sino que las muestre.
Porque los niños se dan cuenta de todo lo que pensamos, todo lo que hacemos y decimos son señales para ellos, cualquier comentario puede ser hiriente o puede ser motivador. Yo a veces antes de decir algo tengo que pensar “¿cuándo yo era niña esto cómo me habría sentado?” porque de verdad que cualquier comentario negativo o que les haga pensar que por mucho que se esfuercen no van a conseguir nada, les hará abandonar. Tengamos en cuenta que sobre todo cuando son muy pequeños, su visión del maestro no es nada objetiva y las opiniones que el maestro emita sobre el niño van a ser muy significativas para él, vamos, que le van a marcar más que en otras edades.
Entonces la clave está en darles la confianza y seguridad en casa y en clase para que puedan superar sus dificultades, motivarles y fijar metas adecuadas a ellos, y sobre todo, no siempre pensar que el problema está en ellos, si explicamos algo y no lo entienden, por mucho que se lo repitamos de la misma manera no lo entenderán, sé que cuesta pero ¿y si pensáramos que el problema está en nosotros que no lo estamos explicando bien o de la manera en que el niño necesita?
Tened en cuenta que siempre les decimos cuándo lo hacen mal, pero pocas veces cuándo lo hacen bien. Y os lo digo por experiencia que cuando hacen algo bien y se lo dices, la motivación es inmediata, porque cuando crees que vales y que puedes hacerlo es cuando lo haces. Este verano, a mitad de mi trabajo de fin de máster, cuando más calor hacía, cuando más costaba ponerse frente a un ordenador, mi directora del trabajo se comunicaba conmigo y siempre, a poco que yo hiciera me daba mensajes de ánimo, me decía lo mucho que le había gustado y lo lejos que creía que podía llegar. Creo que todo hubiera sido muy diferente si me hubiera dicho que así no podía seguir, porque habría abandonado. No quiere decir que no corrijamos, ni que elogiemos sin que haya logros, sino que motivemos para que los haya y no simplemente nos sentemos a esperar sin prestar ayuda alguna.    



No hay comentarios:

Publicar un comentario